Directed by Albert Maysles, David Maysles and Charlotte Zwerin
1968
16mm
b/w
91 mins
Para ser un buen vendedor no se pueden tener escrúpulos. Uno no puede detenerse a pensar en si le está quitando a la familia la posibilidad de obtener con ese mismo dineto cosas más necesarias, uno no puede dejar que los sentimientos se involucren. La operación de la venta tiene que ser rápida e indolora. Aplicar técnicas poco éticas para lograr vender más no es mal visto entre vendedores. Y bueno, esto me recuerda un poco a la tésis de The Corporation, en la que se crea una metáfora al mirar a las corporaciones como monstruos. Fraser Patterson (ONIS) dice que una corporación no puede ser vista como un monstruo, pues despúes de todo está siendo regulada por seres humanos, no es un organismo autómata e independiente.
Todo esto nos vuelve a llevar al mismo dilema de siempre originado gracias a la necedad de ver la bondad como una cualidad intrínseca en nosotros. Aunque tal vez siendo joven es más fácil ser cínico, tal vez ese sea el problema de Paul Brennan, que aunque sea de manera inconsciente se sabe más cerca de la muerte y la educación católica que probablemente recibió de pequeño (por más "light" que haya sido) deja huellas y marca a las personas.
La película es lenta y hasta cierto punto tediosa, aunque tiene sus pequeños guiños de ojo que aligeran un poco el paso del tiempo. Sin embargo es evidente que la intención de los Maysles era justo esa, hacer notar el paso del tiempo, vivir la vida de un vendedor de biblias que tiene que ir de puerta en puerta a intentar convencer a la gente de que vale la pena la compra y lo logran.
El estilo de los Maysles se conserva, una cámara distante y hasta cierto punto casi invisible. La sensación de mirar escenas que fueron filmadas con dos cámaras. Un sonido directo impecable. Una cercanía con el personaje principal bastante voyeurista. En general creo que es una buena película, aunque me parece exagerado ponerla como uno de los mejores documentales de la historia, aunque entiendo que tal vez mi percepción de la misma cambie conforma me adentre más en el mundo del documental y mi gusto se vaya "refinando", de la misma manera en la que se fue "refinando" con las ficciones.
Todo esto nos vuelve a llevar al mismo dilema de siempre originado gracias a la necedad de ver la bondad como una cualidad intrínseca en nosotros. Aunque tal vez siendo joven es más fácil ser cínico, tal vez ese sea el problema de Paul Brennan, que aunque sea de manera inconsciente se sabe más cerca de la muerte y la educación católica que probablemente recibió de pequeño (por más "light" que haya sido) deja huellas y marca a las personas.
La película es lenta y hasta cierto punto tediosa, aunque tiene sus pequeños guiños de ojo que aligeran un poco el paso del tiempo. Sin embargo es evidente que la intención de los Maysles era justo esa, hacer notar el paso del tiempo, vivir la vida de un vendedor de biblias que tiene que ir de puerta en puerta a intentar convencer a la gente de que vale la pena la compra y lo logran.
El estilo de los Maysles se conserva, una cámara distante y hasta cierto punto casi invisible. La sensación de mirar escenas que fueron filmadas con dos cámaras. Un sonido directo impecable. Una cercanía con el personaje principal bastante voyeurista. En general creo que es una buena película, aunque me parece exagerado ponerla como uno de los mejores documentales de la historia, aunque entiendo que tal vez mi percepción de la misma cambie conforma me adentre más en el mundo del documental y mi gusto se vaya "refinando", de la misma manera en la que se fue "refinando" con las ficciones.
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